3 poemas de Luis Alberto Arellano





ESCRITO CON CENIZA

El hombre que duerme hace dos años
en el parque frente a mi casa
me ha dicho que mis poemas
le transmiten mensajes cifrados
desde un planeta más allá
de Alfa Centauro

me ha pedido que pare
que detenga mis ganas de joder
y que ya nada le diga de los genios
que habitarán la Tierra dentro de mil años.

Que me guarde las coordenadas precisas
de la abducción
y otras minucias siderales que a nadie convienen.

Que no le recuerde lo que ha visto con horror
con ganas de volver las entrañas.
Que me calle
que no escriba
que no dé la razón a los ángeles
de tristes alas que le recitan el Código Civil
en vocales muy cortas todas las tardes.

Yo lo miro y tiemblo de pies a cabeza
como un pez fuera del agua
que empieza a boquear con resistencia
y se deja ir lentamente
hacia la muerte.

Le he dicho que sí
que nunca más
que esto no puede seguir
que también a mí me resulta insoportable.

Así que estas líneas
no tienen ningún mensaje oculto
ni nada que se le parezca
aunque haya quien /lleno de esperanza/ afirme lo contrario.





ESCRITO EN EL POLVO
Gritar es digno.
JOAN BROSSA

Al fondo de las mesas me mira una niña que está por
cumplir los veinte.
Es viernes y el lugar está lleno, de boca en boca corre
el licor
y el humo congelado en el aire.
Pero al fondo de todo esto brilla una niña.
La miro sonreír y mi mujer me atrapa en el arrebato.
La niña tiene la belleza a media piel de la que será fémina
en la redondez exacta de sus formas, y lo sabe.
Tiene el contorno preciso que levanta las miradas a su paso
y que se sorprende, todavía, de ser la deseada.
Y me mira en el ardor de los iniciados.
Yo seré cómplice permanente de sus ojos
que serán ojos en otro rostro, y en otro que aún no nace.
Me llamarán de mil modos, en mil maneras infames
pero seré la otra parte de la belleza incompleta:
el sucio espectador que descifra la voz del dios de las
pequeñas cosas
como el perverso que ama la cerradura y no el cuerpo
que se desnuda,
las manos y no la caricia, el rouge y nunca el beso.
Me llamará su sonrisa, así se esconda en otros dientes.

Y la serena certeza de la muerte





ESCRITO CON CENIZA

Lo feliz me viene del lado materno:
Todas esas charlas al filo de la mesa
dieron para un hijo y ciertas noches,
en que, por temor a la oscuridad,
escondía mi cuerpo desnudo en los límites
de una mujer desnuda (creía que la luz llama
a la luz, por tanto frotaba hasta encenderla).
Con el resto de las cosas tengo problemas:
Mi memoria no sirve, recuerdo todo una sola vez
y luego olvido hasta las letras del alfabeto.
¿De qué color es la moneda que sostengo en mi mano
izquierda?
¿Qué es color, qué es izquierda? corro a preguntarme
en voz alta.
Tampoco sé volar.
A veces bebo y bebo,
hasta que el orden vertical del mundo
se altera: lo bajo por lo alto, o los costados en el cielo.
Entonces el mundo es de agua y corre vertiginoso
en espirales que se hacen más grandes.
No controlo mi risa en lugares públicos
y mis palabras ofenden a las colegialas.
También desconozco mi nombre o el significado
de estos papeles.
Olvidaba, es cierto, ya lo dije, que estoy loco
y tengo un miedo personal a los aviones.



Poemas de Plexo (Tierra Adentro, 2011)
Publicación autorizada por Juan Adolfo Arellano Hernández.